El otro yo
Que poco saben de mí... He sido vil con diplomacia, mentí una vez y otra y mil e hice de la alegría la desgracia, volví al beato impío y dejé al jardín sin riego, con mis dedos deshoje el capullo y manché de caricias la hermosura, sólo soledad volví al viento
y dejé triste la alegría... Llena de pena.
y dejé triste la alegría... Llena de pena.
Que poco saben de mí... Esta no es mi sonrisa ni mi nombre, de madrugada huye de mí la brisa y muere más el hombre, he sido truhán hasta con mi propia piel al punto de sacar el corazón del pecho.
Que poco saben de mí... Así se quiebre ya este espejo siempre llegarán a tus oídos el lamento, la voz y los quejidos el murmullo de este niño viejo.